Hablando en el aspecto natural, el cruzar un desierto de manera inesperada, nos representa una prueba difícil de afrontar, una labor casi imposible de lograr. Un gran problema porque, como lo mencionaba, es algo inesperado el encontrarnos en esa situación, nunca planeamos los problemas que habremos de enfrentar. Es aquí donde este problema se convierte en una prueba, en la cual debemos aplicar todo lo aprendido a lo largo de nuestra vida. Ya que de ello depende el que salgamos o nos quedemos en ese desierto. Con una consecuencia obvia… la muerte.
Al comenzar a caminar en medio de la nada, comienza la lucha interior, ya que siempre a nuestro alrededor nos vamos a encontrar con un gran vacío una inmensa soledad. No encontramos nada ni a nadie. Es aquí cuando comienza nuestra mente a dar lugar a la duda, cuando hemos caminado por horas o tal vez días, en medio del desierto y nos preguntamos si valdrá la pena el seguir adelante, o de plano nos damos por vencidos y nos tiramos a esperar el fin. Lo natural es un reflejo de lo espiritual. Es difícil, casi imposible, que en lo natural nos enfrentemos a un desierto de manera inesperada. Pero en lo espiritual, constantemente estamos cruzándolos; unos pequeños, otros grandes, pero desiertos al fin.
Aun hombres de Dios, llegaron a cruzar desiertos, lo que nos muestra que nadie esta excento de ello. Y para muestra tenemos a Elías, quien subió al monte Carmelo a retar a los sacerdotes de Baal y confrontar ante el pueblo al Dios de poder de Elías y a Baal. Elías con una gran confianza y fortaleza, no solo enfrenta a los sacerdotes de Baal, sino que después de que Dios hace descender fuego del cielo, Elías degolló uno a uno a los 400 sacerdotes de Baal. Pero que pasa al poco tiempo más adelante. Nos encontramos a un Elías en mitad de su desierto. Un Elías fatigado, confundido y temeroso. Pidiéndole a Dios que mejor le quitara la vida.
Cuantas veces en medio de nuestros desiertos no le hemos pedido lo mismo al Señor, que nos quite la vida, para así ya no saber del (los) problema(s).
La gran ventaja que como hijos de Dios tenemos, en comparación con los que no le conocen, es que, Él es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en medio de las tribulaciones, ya que si bien no salimos del desierto, Él esta ahí como un oasis, fiel a su palabra, llevándonos a descansar en delicados pastos, junto a aguas de reposo. Para de esa forma retomar nuevas fuerzas y seguir adelante.
El propósito de estas líneas, es el que recordemos lo que nuestro Señor Jesucristo nos dice en su palabra “en el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”. No importa que tan grande es el desierto por que estas pasando. Nunca olvides que Jesucristo ha ganado nuestra batalla, ya nos ha dado la victoria. Y que por más solos que nos sintamos en medio de la prueba, Él siempre va a estar a tu lado,y darte la fortaleza para seguir adelante.
"NO TEMAS NI DESMAYES PORQUE YO ESTOY CONTIGO"
Hola. Sin Cristo estaríamos muertos de sed en el desierto. Gracias al agua de la vida, que nos da fuerzas para cruzar el desierto de la vida. Bendiciones.
ResponderEliminarHola. Sin Cristo estaríamos muertos de sed en el desierto. Gracias al agua de la vida, que nos da fuerzas para cruzar el desierto de la vida. Bendiciones.
ResponderEliminar